La mejor manera de narrar una guerra es hacerlo a través de las víctimas que genera. Hay relatos en primera persona y otros con un narrador omnisciente.
Se trata de una obra con personajes reales, surgidos de mí testificación o inspirados en noticias y crónicas y apuntes de mí oficio. Personajes llenos de rabia contenida, amor, nostalgia y rebeldía. Un texto que luego de leerlo obliga a pensar, a manifestarse o a criticar la guerra como método de soluciones políticas.
Quince historias, quince víctimas que se multiplican por miles por el dolor que emanan de las narraciones que relatan los efectos de la guerra en el ser humano. Unos ejemplos: mujeres violadas a las que les cortaron la lengua para que no testifiquen (Bosnia). Niños extraviados en la gran huida de Prístina (Kosovo). La muerte de Hamlet en el teatro de Mariúpol (Ucrania).
Carlos Decker-Molina
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